Adam Schmitt: "World So Bright", un clásico de los 90.

¡Cómo pasa el tiempo! En nuestro blog amigo (mirolloeselblog.blogspot.com) hablaban hace no mucho de Erik Voeks y su sensacional “Sandbox” (Rockville Records, 1993), coproducido por Adam Schmitt. Lo que nos hizo recordar... ¡y es que han pasado más de 15 años desde la publicación del primer álbum de Adam!, y a uno le parece que va siendo hora ya de que se le haga justicia a uno de los grandes discos POP de la década pasada.

Originario de la activa y prolífica escena de Champaign, Illinois, Adam formó a mediados de los ochenta junto a Rick Menck y Steve Scariano los inéditos Pop The Balloon, a los que ocasionalmente se unía Paul Chastain. Dejaron material grabado y tocaban en directo “Run Now” (Tommy Keene). Poco después pasa a formar parte también de Titanic Love Affair, un supergrupo alrededor de Jay Bennet, Ken Hartz y Lars Gustafsson, con los que colabora en un disco homónimo, en unas coordenadas próximas a The Replacements o Soul Asylum Sin embargo, Adam no publicó su primer album, “World So Bright” (Reprise Records) hasta 1991, en plena eclosión del big-bang “grunge” de Seattle. El disco no se comió un colín (comparado con sus competidores), pero ciertamente no pasó inadvertido para los atentos observadores y degustadores de la escena underground americana.

El album cosechó excelentes críticas y con el paso de los años ha ido adquiriendo ese engañoso, a veces, status de disco de culto, hecho sin duda al que su difícil localización (descatalogado hace años ya) ha ayudado. El disco es un verdadero prodigio de actualización y puesta al día de todas las enseñanzas recibidas, asimiladas, hechas propias y producidas de nuevo en la única vía posible de comunicación en el universo POP: las canciones. Una nueva vuelta de tuerca, para evidenciar, una vez más, que las formas a través de las que se manifiestan pueden ser diversas, pero que siempre han de ir provistas de la única sustancia y materia que las hará valiosas por sí mismas: una melodía, un estribillo... una mágica construcción que desemboca, al fin, en la única razón de nuestros desvelos: la canción. Doce en concreto. Y todas sensacionales, sin reproche. Encadenadas perfectamente una detrás de otra, desde la perfección melódica de “Dead End” hasta la evocadora “At Season’s End”, Adam sabe como vendernos la moto, y a fe mía que lo consigue. Y para colmo lo hace prácticamente en solitario, encargándose él mismo de todos los instrumentos y voces en el disco, con ayuda ocasional de Jay Bennet (su compañero en Titanic Love Affair, y más conocido por su pasada militancia en Wilco), Kenny Aronoff, John Richardson o la misma Lisa Germano (al violín en algunos temas). La producción corre a cargo de Greg Edward y del propio Adam. Debilidad personal: “Lost” y “Garden Of Love” me dejan hecho polvo de lo bonitas que son. El prestigioso crítico yankee John Borack incluyó “World So Bright” en su lista de 50 discos esenciales de power pop americano, publicada en la revista Goldmine. No insistiremos más en su valía. Vendrían, después, dos discos más: “Illiterature” (Reprise Records, 1993) y “Demolition” (Parasol, 2001), igualmente recomendables. En la actualidad no hay muchas noticias suyas, aunque sabemos que continúa trabajando como productor e ingeniero de sonido en su propio estudio (Mixolydian Studios, en Urbana, Illinois). ¿Sería mucho pedir un nuevo disco? Esperemos que no.